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viernes, 30 de septiembre de 2011

Represión a indígenas, un quiebre entre Morales y su base popular

(AFP) - La indignación y la movilización que siguieron en Bolivia a la represión de una marcha indígena contra una ruta amazónica, dejaron en evidencia una fuerte aunque no irreparable ruptura entre el presidente Evo Morales y su base popular, de mayoría indígena, según analistas.

Los ministros de Interior y Defensa que renuncian, una oleada de condenas desde todos los sectores, una huelga general de trabajadores el miércoles: el gobierno del aymara Morales ha pagado cara la dispersión por la fuerza llevada a cabo el domingo pasado de unos 1.000 indígenas en la amazónica población de Yucumo.

La acción policial provocó sólo algunos heridos pero dejó grandes cicatrices: “la policía enviada contra indígenas: el símbolo es muy fuerte. Los marchistas ganaron la batalla simbólica”, dice Hervé do Alto, analista experto en el MAS, partido de gobierno.

Más que la represión es el diferendo sobre el proyecto estatal de carretera a través del Tipnis -una reserva natural de un 10.000 km y territorio de 50.000 indígenas, el que marcó un giro, dice Diego Ayo, politólogo de la Universidad de San Andrés.

Para Ayo este conflicto muestra las contradicciones de Morales en temas sobre los cuales construyó su imagen: la democracia consultiva con las comunidades, el respeto a la Pachamama (Madre Tierra) y el no someterse a los capitales extranjeros (Brasil es el primer financista y beneficiario de la futura ruta).

La máscara ha caído, dice Ayo, quien ironiza señalando que para el gobierno “algunos arbolitos no detienen el desarrollo (…) y los pueblos indígenas son decorativos”.

Pablo Solón, embajador boliviano en la ONU hasta julio pasado, dice que “no se puede hablar de defensa de la Madre Tierra y al mismo tiempo promover la construcción de una carretera que hiere a la Madre Tierra, no respeta los derechos indígenas y viola de manera imperdonable los DD HH”.

Solón fue un aliado clave de Morales para posicionar internacionalmente temas prioritarios de la agenda boliviana como la defensa de la ecología, el cambio climático y los derechos de los indígenas.

“Es incomprensible que promovamos la realización de una Conferencia Mundial de la ONU sobre los Pueblos Indígenas para 2014 si no somos vanguardia en la aplicación de la consulta previa de los pueblos indígenas en nuestro propio país”, agrega.

El divorcio entre el gobierno y su base se incuba desde hace un año, señalan analistas, citando el duro conflicto social de julio de 2010 en Potosí (sur) y luego el alza de la gasolina que trajo una fuerte inflación.

La gesta del Movimiento al Socialismo (MAS) que desembocó en la elección de Morales en 2005 agrupó a radicales, moderados, campesinos, mineros, indígenas, clases medias, en un conglomerado más que en un partido.

“Había una cohesión ficticia o más bien varias cohesiones”, dice Ayo. Una cohesión “de patrimonio” con el mundo campesino, cultivador de coca, una cohesión “más étnica ideológica” con las organizaciones indígenas, y una cohesión “pragmática, oportunista” con la clase media y los sindicatos.

“Será muy difícil recuperar la confianza: la violencia contra los desheredados causó un fuerte malestar”, advierte el analista Carlos Cordero.

Ricardo Paz, sociólogo especializado en reformas políticas, dice que “estamos viviendo la fase de agotamiento del proyecto de poder del MAS, que tuvo la oportunidad en el 2005 de generar un proyecto nacional (…) pero eligió el camino de construir un proyecto de poder”.

“El MAS se montó en un tigre que ahora se lo va a comer, el tigre de los movimientos sociales que no son otra cosa que la dictadura de los sindicatos”, agrega, señalando que “no estamos ante una conflictividad terminal, pero si es probable que ésta se agudice”.

Acostumbrado a una popularidad superior al 60%, Morales cayó a mediados de septiembre, en pleno conflicto sobre el Tipnis, a 37%.

Ayo estima sin embargo que algunas organizaciones indígenas que hoy le plantan cara, podrían ver a Morales como “un mal menor” frente a la derecha para la presidencial de 2014.

“Aún si para entonces necesitará una segunda vuelta” para ganar, al contrario de lo que pasó en 2005 y 2009, anota.