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lunes, 14 de noviembre de 2011

EE UU adelanta una ofensiva diplomática para prolongar el uso de bombas racimo hasta el 2018

(EFE).- EE UU, respaldado por países como China, Rusia, Israel o India, ha puesto en marcha una ofensiva diplomática para que la Convención sobre Armas Convencionales (CAC) permita la producción, almacenamiento y uso de munición de racimo hasta el 2018.

La ofensiva comenzó hoy ante la CAC, que estará reunida dos semanas en Ginebra, con dos bandos enfrentados: el que defiende una prohibición inmediata y total de estas armas, y el que aboga por destruir primero los arsenales anteriores a 1980 y establecer una prórroga para los más modernos antes de su eventual erradicación.

El primero de los bandos está encarnado por las 111 naciones firmantes de la Convención de Oslo, que entró en vigor en 2010 y que prohíbe la producción, el almacenamiento, y el uso de estas armas, que matan y mutilan miles de personas, un tercio de ellas menores.

Pero entre esas 111 naciones no están ni Estados Unidos, ni Rusia, ni China, ni Israel, ni India, ni Pakistán, países que producen, almacenan y usan entre el 85 y el 90 por ciento de las armas de este tipo, por lo que el impacto de la Convención de Oslo es muy limitado y únicamente tiene un componente moral.

Estas naciones no se quieren deshacer inmediatamente de estas armas porque son útiles desde el punto de vista militar.

“Sirven, por ejemplo, para controlar amplias zonas de terreno, causando un daño menor que una gran ofensiva con artillería, que tendría un coste humano mayor”, según manifestó hoy una fuente diplomática estadounidense, que expresó la necesidad de hacer compatible la estrategia militar y la humanitaria.
Las municiones de racimo son por lo general bombas que se lanzan desde aviones, aunque también con morteros, y que liberan cientos de submuniciones que no discriminan su objetivo.

Según la Coalición sobre la Munición de Racimo (CMC, siglas en inglés), una organización que defiende la erradicación de estas armas, muchas submuniciones no explotan y se convierten en minas antipersonales que siguen matando y mutilando muchos años después.

En la actualidad, 37 naciones y territorios sufren el problema de las municiones de racimo a resultas de un conflicto, 19 Estados siguen empleándolas y 35 las producen o las han producido, mientras que hay arsenales de este tipo de armas en 86 países.

Son los datos de la CMC, que está en Ginebra para presionar contra la iniciativa estadounidense de enmendar uno de los protocolos de la CAC para legitimar su uso a corto y medio plazo.

La CMC recuerda que este armamento causó en Kosovo en 1999 y en Irak en 2003 más muertes civiles que cualquier otro tipo de arma.

Frente a esto, la propuesta de Washington consiste en aprobar un protocolo legalmente vinculante, con una serie de prohibiciones y reglas, que tenga un efecto concreto en los arsenales actuales.

Washington propone un protocolo que implique destruir las municiones de racimo fabricadas antes de 1980, lo que en el caso estadounidense supondría eliminar 2 millones de artefactos (con 100 millones de submuniciones), una tercera parte de su arsenal.

“En otras palabras, se prohibirían más municiones de racimo por parte de EEUU de lo que ha conseguido la Convención de Oslo por parte de todos sus Estados miembros juntos”, expuso ante la CAC el jefe de la delegación estadounidense, Phillip Spector.

“Sabemos que el protocolo tendrá un fuerte impacto también en otros Estados”, dijo Spector, que puso los ejemplos de Rusia y Ucrania, que tienen importantes arsenales previos a 1980.

El representante estadounidense agregó que el protocolo establece además una prohibición inmediata de la transferencia de este tipo de armas posteriores a 1980 que no tengan “una salvaguardia”, es decir que presenten una tasa de fallo superior al 1 por ciento.

“Para EEUU, la prohibición de armas producidas después de 1980 sin salvaguardia prohibiría millones más”, aseguró Spector, que destacó también que los firmantes del protocolo se verían obligados a cumplir una serie de normas de transparencia, cooperación y asistencia a las víctimas, algo que ahora no existe.

Steve Goose, miembro de Human Rights Watch -organización que forma parte de la CMC-, explicó que detrás de esta propuesta está la intención de “dar luz verde al uso de unas armas que causan un daño inaceptable a la población civil” y alertó que si el protocolo se aprueba se enviará el mensaje de que su uso es legítimo.

Goose consideró incoherente el argumento estadounidense: “Por un lado reconocen que estas armas son peligrosas y dañinas, pero a la vez dicen que van a utilizarlas al menos 12 años más”.

Sobre la salvaguardia, señaló que una cosa son “las pruebas de laboratorio” y otra la vida real, ya que cuando Israel empleó estas armas en Líbano en 2006 la tasa de error fue del 15 por ciento, causando más de 200 víctimas en el año posterior al conflicto.