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viernes, 22 de mayo de 2015

Draghi pide acelerar las reformas para apuntalar la recuperación europea

Los banqueros centrales son una suerte de arciprestes de la religión monetaria: quizá por eso el jefe del BCE, Mario Draghi, reúne esta semana a expertos en política monetaria, inversores y académicos de primera fila en un antiguo monasterio del siglo XIV convertido en hotel  de lujo, en Sintra (Portugal). Draghi y el BCE tratan de competir así con Jackson Hole, el aquelarre por antonomasia de los bancos centrales: una reunión de las (se supone) mejores cabezas pensantes de la economía y las finanzas internacionales que se celebra cada verano en Wyoming, al pie de las Montañas Rocosas de Estados Unidos, en un hotelito con un oso pardo disecado en el vestíbulo y un lago para pescar truchas a dos pasos. Hace casi un año, Draghi pronunció en Jackson Hole un discurso seminal, que ha marcado la salida de la crisis europea: la eurozona, dijo allí, necesita una política monetaria ultraexpansiva, inversión y políticas de demanda, reformas y una política fiscal menos obsesionada con la austeridad
Europa ha hecho casi todo eso. Pero no todo: Draghi ha puesto hoy el acento en la necesidad imperiosa de “acelerar las reformas estructurales”; de lo contrario, a pesar de las compras masivas de deuda (“pensamos que activaríamos esas políticas solo después de haber utilizado hasta el fregadero de cocina para elevar la inflación”, dice con ironía uno de los participantes en Sintra) el crecimiento europeo será modesto, según el banquero central europeo.
Las compras masivas de activos –“la impresión de billetes como si al dinero le faltara poco para pasar de moda”, según la definición del novelista John Lanchester— no deberían retrasar la puesta en marcha de reformas. “No es una excusa para posponer los esfuerzos necesarios”, ha subrayado Draghi ante una audiencia en la que destacaban Olivier Blanchard (FMI), Larry Summers (exasesor de Obama), Stanley Fischer (vicepresidente de la Reserva Federal) o Wim Buiter (Citi). “Los progresos significativos en algunos países, como España y Portugal, han dado resultados”, ha añadido.

Draghi considera que las perspectivas de la economía europea “son más brillantes hoy de lo que han sido en los siete largos últimos años”. Pero califica la recuperación como “cíclica” y considera que no basta: “Con eso no se resolverán los problemas de elevado desempleo y abultado endeudamiento en muchos de los países europeos”. “Sin reformas Europa tiene un bajo crecimiento potencial, por debajo del 1% cuando en Estados Unidos es del 2%”.
El gráfico más utilizado en Sintra (y prácticamente en todo el Atlántico Norte desde el inicio de la Gran Recesión) es el de las comparativas entre la eurozona y Estados Unidos; la economía norteamericana recuperó el PIB de antes de la crisis en 2010, y el empleo precrisis el año pasado; la zona euro sigue algo por debajo de los niveles de PIB anteriores a la crisis, y muy lejos en desempleo: la tasa de paro sigue anclada en el 11%, casi inamovible, con algunos países, como Grecia y España, con números de pesadilla, superiores al 20%. Blanchard ha lanzado un dardo envenenado esta mañana: quizá el problema sea que el BCE tiene un solo mandato –la inflación—y eso le ha impedido responder adecuadamente a esta crisis desmesurada, según el ya ex economista jefe del FMI. Stanley Fischer, número dos de la Fed, pronosticó ayer que el euro “sobrevivirá a esta crisis”, aunque le quedan por delante grandes desafíos a corto plazo, como la posible salida de Grecia y del Reino Unido del club europeo, y tiene un problema formidable a largo: "Las uniones monetarias solo perviven si sus miembros están mejores con una moneda única que sin ellas".
Entre los asistentes, la sensación general es que la reactivación europea no es suficiente para dejar atrás las graves lesiones económicas de Europa. Solo el BCE ha hecho lo que se esperaba de él a lo largo de la crisis, y eso con algún error flagrante (como sendas subidas de tipos de interés inexplicables por parte de Jean-Claude Trichet, el predecesor de Draghi) y con retrasos evidentes respecto a la respuesta de la Reserva Federal: Estados Unidos activó el primer QE tras la quiebra de Lehman Brothers, y lleva tres rondas de compras masivas de activos; el BCE empezó en marzo y ya hay voces que, con la inflación en el 0%, reclaman que se estudie su retirada. Draghi ha elegido Portugal para alumbrar el Consenso de Sintra: Europa debe seguir aplicando la flexibilidad en las políticas fiscales, tiene que poner en marcha cuanto antes el plan de inversiones de la Comisión, el BCE seguirá con las compras de activos a pesar de los halcones… y los Gobiernos deben contribuir de una vez por todas con las reformas. “Ser sistemáticamente keynesiano o monetarista equivale a equivocarse”, decía el historiador económico Charles Kindleberger en los años ochenta. Draghi quiere ambas cosas: “Una estrategia coherente requiere incluir políticas de oferta y de demanda, a nivel europeo y a nivel nacional”, dijo el verano pasado en Jackson Hole. “En Sintra, Draghi ha subrayado la importancia de las políticas de oferta, pero no hay que olvidar que el BCE tiene que respetar un inestable equilibrio político: ese equilibrio prácticamente le obliga a poner el énfasis en las reformas después de haber hecho todo lo que Alemania no quería ver ni en pintura”, señala a este diario uno de los asistentes a la reunión.
EL PAIS